Los antiacidos son uno de los medicamentos que mas se consumen en la actualidad. Es más, muchas personas no los consideran medicamentos debido al uso tan masivo y ordinario de su consumo.
Como siempre es mas fácil y cómodo tratar los síntomas que investigar y actuar sobre las causas que los producen.
Tenemos acidez gástrica? pues tomamos antiacidos. Así de simple, no?... Pues seguramente no..
Consideramos que los síntomas son porque nuestro estomago produce demasiado ácido por un error o por causa genética. La tan socorrida excusa genética. Nuestro cuerpo es una maquina casi perfecta. Puedes imaginar cuantos años de evolución han sido necesarios para llegar hasta la perfección de equilibrio de nuestros sistemas, órganos y sistemas metabólicos.
La conclusión es clara, si tenemos acidez es porque el cuerpo nos está mandando un mensaje claro. Esta en nuestra mano escucharlo, ignorarlo o acallarlo en este caso con fármacos sintomaticos.
Normalmente existe hiperacidez por abusos con exceso de alcohol, café, tabaco, exceso de consumo de proteínas animales o combinaciones de alimentos incorrectas en la dieta ó comidas copiosas.También pueden influir otros factores como el estrés, la obesidad y respiración superficial. Si intervenimos sobre estos factores seguramente no tendremos que tomar antiacidos. Pero, esto lleva consigo un cambio de hábitos personales, soportar ciertas presiones sociales adquiridas y requiere un compromiso personal, que es más difícil que el simple acto de tomarse un antiacido.
Cuando tomamos estos medicamentos de forma habitual se disminuye o anula la producción de ácidos en el estomago y esto tiene sus consecuencias. Por un lado, son necesarios para la absorción de hierro, calcio y magnesio los ácidos son necesarios para la digestión de proteínas y la llegada del entrono ácido al duodeno facilita la secreción de otras enzimas en en este caso alcalinas. Si no llega estimulo ácido al duodeno, esta secreción alcalina no es óptima. Las enzimas alcalinas son necesarias para digerir los vegetales y carbohidratos. Resultado: alimentos no digeridos pasan al intestino y como consecuencia se produce disbiosis intestinal.
Por otro lado, una baja acidez gástrica favorece el crecimiento de Helicobacter pylori. De forma espontánea ya esta bacteria secreta una enzima, la ureasa, que transforma la urea en amoniaco y neutraliza el ácido del estomago. Además, H. pylori se introduce en la capa mucosa, la cual es menos ácida que el espacio interior del estómago. Una baja secreción ácida y el crecimiento de H. pylori se ha relacionado con el cáncer de estomago y es además un foco de inflamación crónica latente, activando procesos inmunitarios con hiperestimulación crónica e interleucinas inflamatorias que actúan en distintas partes del organismo y a nivel cerebral atravesando la barrera hematoencefálica.
En resumen, debemos considerar a los síntomas como mensajeros de nuestro cuerpo que debemos escuchar para actuar en consecuencia, y no ignorarlos de forma repetida. Sólo nos estamos engañanando a nosotros mismos. Nuestro organismo encontrara progresivamente otras vías para comunicarnos que algo no está funcionando bien. Otros síntomas o quizá ya el desarrollo de enfermedades que entonces sí nos veremos ya obligados a escuchar..
Dr JA Cruz Velarde
Comments