Dentro de las intervenciones en TDAH, no sólo es suficiente con detectar y trabajar directamente sobre las áreas cognitivas deficitarias, y en ocasiones no vemos progreso. Esto puede ser debido a múltiples razones, pero una de las más importantes es que no se ha evaluado ni intervenido ante patrones cognitivos-emocionales anclados que no nos permiten avanzar ni progresar en nuestros objetivos.
Son programas mentales habituales con los que una persona se enfrenta a la realidad y con los que interpreta y valora su relación con ella. Anclados a nuestra forma de ser en ocasiones desde la infancia, condicionan muchos aspectos de nuestra vida, pues son como programas automáticos con los que respondemos de forma inconsciente a los retos diarios. Estos modos de relacionarnos con la realidad son los responsables de nuestra felicidad y eficiencia en el rendimiento cognitivo.
Su conocimiento facilita la comprensión y el manejo o modificación de nuestras emociones y comportamientos, aspectos centrales de la inteligencia socioafectiva o emocional. Tienen un protagonismo relevante en la determinación de nuestra adaptación, bienestar subjetivo, capacidad de manejo emocional y eficacia, tanto académica como laboral. Se pueden valorar en pacientes mayores de 14 años, adolescentes y adultos
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