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Alexitimia y bloqueo emocional


La alexitimia”, fue un término acuñado por el Psiquiatra Peter Sifneos en la década de los 70.

El perfil de la personalidad alexitímica reside en la afectividad, en forma de una incapacidad para identificar, reconocer, describir o nombrar los sentimientos o las emociones propias y de una dificultad para captar los estados emocionales ajenos, o sea, en conjunto una conciencia emocional precaria.

Los alexitímicos han sido también denominados "afásicos de sentimientos", "afásicos afectivos" o "analfabetos emocionales".

Tienen un pensamiento concreto, detallista, apegado a lo inmediato, desprovisto de fantasías, de abstracciones y de dudas, y conducente con rapidez a la acción, por lo que se le define como un pensamiento operativo o instrumental, enmarcado en un estilo cognitivo pragmático y directo.

En su expresividad sobresale la penuria en la mímica, la gesticulación y la palabra, y la utilización de un lenguaje lento, aprosódico (sin cambios en el tono de la voz), detallista y reiterativo, todo lo cual se traduce en una pobreza comunicacional.

Su corporalidad es el escenario que acoge una amplia repercusión de las emociones en forma de somatizaciones, de suerte que el lenguaje vegetativo sustituye al lenguaje verbal y amenaza a los órganos más vulnerables con la producción de una disfunción o una lesión, como consecuencia de una corporalidad somatizada.

Hay dos vertientes de este trastorno, siendo el primero de tipo neurológico y, el segundo, consecuencia de traumas emocionales o desórdenes en el desarrollo emocional.

Cuando tiene que ver con déficits neurológicos, se encuentra una disfunción en la comunicación entre el sistema límbico (que se ocupa de nuestras emociones) y el neocórtex (que se ocupa de nuestra razón), o entre el hemisferio izquierdo (encargado de la producción del lenguaje) y el derecho (responsable de regular y ordenar las emociones). Así, además de factores hereditarios, enfermedades como la esclerosis múltiple o el parkinson, las secuelas de un ictus o los traumatismos cerebrales, suelen ir acompañados de alexitimia.

El segundo tipo, relacionado con factores emocionales, responde generalmente a una inadecuada estimulación con insuficientes indicaciones verbales sobre las emociones que se experimentan desde edades tempranas. Esto resulta en una pobre capacidad de identificación de los sentimientos.

Sea de uno o de otro tipo, la alexitimia consiste en la incapacidad para identificar las propias emociones y, por lo tanto, de verbalizarlas. Pero no es que no existan tales emociones. Al contrario, al no poder traducirlas, el organismo busca vías de expresión alternativas y es el cuerpo el que se lleva la mayor carga, por medio de diversas somatizaciones. Entonces, las personas alexitímicas no pueden diferenciar lo que son las emociones de lo que son las sensaciones corporales.

Como consecuencia, son frecuentes las quejas psicosomáticas (dolores, irritaciones de la piel y de otros órganos), así como algunas dificultades para controlar los impulsos (explosiones de ira, atracones de comida…). El comportamiento rígido así como la sobrecarga de exigencias, marcan puntos a favor de un diagnóstico hacia la alexitimia. Se ha encontrado también en personas que han experimentado algún tipo de acoso, lo cual ha impedido un adecuado desarrollo emocional.

El alexitímico es el sujeto somatizador por excelencia. No sólo vierte con preferencia o de modo exclusivo sus emociones y sentimientos por un canal somático, sin ser capaz de diferenciar la emoción en sí de sus signos somatizados, ni de discriminar el sufrimiento emocional del dolor físico, dado que por su condición hiperestésica, experimenta todos los fenómenos corporales de un modo especialmente mortificante.

Existen trabajos publicados coincidentes en señalar la prevalencia de la alexitimia entre el 20 y el 40% en un amplio sector de patología física, especialmente representado por los enfermos digestivos inflamatorios o con la enfermedad de Crohn, los enfermos bronquiales inflamatorios o con insuficiencia respiratoria y los aquejados por dolor crónico, además de una dilatada representación de los enfermos pisocosomáticos clásicos (asma bronquial, colitis ulcerosa, migraña y otros).

En muchas ocasiones se deriva de factores educativos y sociales en los que la represión emocional es la norma, no sólo no estimulando sino rechazando cualquier tipo de expresión afectiva que desvele la vulnerabilidad del ser. Así, indicaciones como “tienes que ser fuerte”, “los niños que lloran son débiles”, “no estés triste que la vida son dos días”, “no expreses tus sentimientos porque se aprovecharán de ti”, “no te rías tanto que pareces loca”, etc, etc., van marcando pautas de comportamiento muy distantes de la espontaneidad, creando atascos psicológicos y somáticos que tarde o temprano, esos sí, no tendrán problema en aparecer.

Por otro lado, curiosamente,destacar que la prevalencia de la AL en la población masculina es del 8 al 10% y se asocia con su parvedad en el género femenino, queda justificado hablar de un trastorno propiamente masculino

La relativa preservación de la población femenina ante la alexitimia se debe a la concurrencia de:

-Un cerebro femenino con integración interhemisférica más completa o unitaria que la del cerebro masculino, por disponer de un cuerpo calloso (la comisura de unión entre ambos hemisferios) de mayor volumen;

-Una personalidad de mayor riqueza afectivoemocional, con una disponibilidad comunicacional para sus emociones sumamente elevada y una instalación social más cimentada en el apoyo de otras personas y en las referencias externas.

Dr Juan A Cruz Velarde Neurólogo www.neuronae.net



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